domingo, 24 de febrero de 2008

JUGANDO...

No es fácil describir la canción que se esconde bajo este título, no es una canción muy poética ni tiene una comprensión fácil, no por el lenguaje ni por metáforas imposibles sino porque es demasiado personal, hace referencia a experiencias que yo he vivido. La canción no es más que un compendio (algunos pensarán que me encanta esta palabra) de gente que pasó por mi vida en mis primeros años de mi estancia sevillana, donde lo importante eran las charlas metafísicas, las canciones buenas y algún que otro flirteo bienintencionado. Se puede decir entonces que es un homenaje a mis amigos y no tan amigos que limaban pequeñas aristas de mi vida. Quiero que esta canción (que fue regalo de cumpleaños de mi Amigo) quede plasmada aquí por si alguna de estas personas protagonistas la lee y pueda esbozar una sonrisa alimentada de recuerdos gratos, ya que el ritmo de vida y las circunstancias hicieron que la corriente los arrastrara a orillas muy lejanas de mi orilla. Ya que no nos hemos vuelto a ver, que por lo menos tengan un pedacito de vida compartida. Por y para vosotros.

JUGANDO...

Me senté

en el banco de los sueños,

en tu río reflejé

mil recuerdos.

Desde mi ventana

veía todas las semanas

el diablo de la tarde en mi balcón.

Y cada vez mas negra la oscuridad

avanzaba sin piedad,

aguaceros de anhelos en el corazón.

Y jugamos para no soñar,

y soñamos porque no sabíamos a que jugar.

Y mientras bebíamos las tardes en compañía

la viuda del futuro tenía

el licor del olvido.

Y parafraseando cualquier poema

la alegría fue nuestro lema,

la piedad nuestro sentido.

Y jugamos al arquitecto de verdades,

al dentista sereno,

al ingeniero de poemas en las ciudades,

al pie del marinero.

A estar enfermo de enfermeras,

a ser turista en la sonrisa

del que come a prisa

y sueña con quimeras.

Y el tiempo con paso seguro nos traicionó,

y nos dejó un año en un segundo

y melancolía en el cajón.

Y traicionamos nuestras creencias,

y creímos en la traición,

y cogimos un colocón de verdades a medias,

de pícaras miradas en el salón.

Y jugamos al psicólogo, al consejero,

a las rubias de mentira,

al perdón, al caballero,

al gesto que no se olvida.

Al alquimista obstinado,

al masaje omitido

al médico que no he sido,

al periodista exiliado.