Este es el título de una canción que compuse basandome en ese viejo ritual que se produce siempre en un andén de cualquier estación, ese compendio de sensaciones cuando despedimos a alguien que no veremos en mucho tiempo. Sólo basta fijarse en esa gente que miramos através del cristal una vez dentro del tren. A lo largo de mi vida he viajado muchas veces solo, y he tenido la oportunidad de contemplar el intercambio de miradas, las últimas palabras, el gesto de despedida con la mano... Todo cargado de emociones, y una sensación de soledad que te contagia. Todo el mundo ha vivido alguna vez una situación así, por eso hice esta canción, es una descripción de esas despedidas en...
LA ESTACIÓN
El sabor agridulce parió
el lamento de la despedida
y un tren de lejanía silbó
bajo el ritual de las vías
con acento de adiós.
Ella le convirtió
todos los meses en abril
y le convenció
vaticinando la ley del talión
en la cátedra senil
de un pañuelo de estación.
Él heredó
su boca en eclipse sin fin,
enciclopedia del rubor,
sinceras mentiras con flor,
una caja sin abrir,
veinte vidas de cartón.
Y en la luna menos cuarto...
Esas cenizas de carmín,
ese olor a invierno en tus ojos,
ese contenedor de despojos,
ese sueño que no deja dormir,
esa pereza de la voz.
Los sueños estaban en paro,
medraba la menta del recuerdo
y el vestigio de arrugas de barro
marchitó las agujas del tiempo
dando tiempo a labios amargos.