Como un sicario de las emociones
dando bandazos al amanecer
busco mi sonrisa en los rincones
de tu boca como si fuera ayer.
Las palabras no saben a nada,
ni siquiera existen miradas,
la cerveza no quita la sed.
La carencia de nuestro intercambio
sube a cuestas al monte Calvario
esta cruz de querer no es poder.
Y aunque quiera y no pueda,
y aunque pueda y no quiera,
más valdría con un simple adiós,
me puede que quiera poder
imaginar un contigo al revés
y firmar la paz del dolor.
Y en la cena otra vez,
vino, dudas, pan y temor,
que no me llega el corazón a fin de mes.
Y el silencio vuelve a tener
aguaceros de insipidas miradas
entre los dos...
Através del cristal
la avenida se torna de gris,
la locura está fuera de si,
la tristeza no quiere llorar.
Mi versión de los pasos perdidos
es la que oigo en los pasillos
cuando el presente arrastra su pena.
Y el pasado no quiere perdón,
y el futuro es un simple bufón
con un río de ausencia en las venas.
La cocina es un polvorín,
la habitación el Sinaí,
mis caricias tregua en la paz.
Y los besos sin más dilación
prueban que no somos dos,
imagina el sabor de la mar...